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Los tipos de adulterios


¿Qué enseñaba la ley sobre el divorcio? (Dt. 24:1-4, Mt. 19:7-8)"

La ley de Moisés no contemplaba el adulterio como causa de divorcio debido a que el castigo para los adúlteros era la muerte por lapidación (Dt. 22:22). Sin embargo, se permitía el divorcio por otras causas para controlar y regular una situación caótica y proteger a las mujeres de los caprichos de sus esposos. 


De estos textos se desprenden tres principios:

1. El divorcio estaba limitado a ciertas causas (Dt. 24:1). Solo se permitía el divorcio si se encontraba en la mujer algo indecente o vergonzoso. Este término hebreo no se refiere específicamente al adulterio, sino a un comportamiento inapropiado o torpe. La ley no fomentaba el divorcio, pero lo toleraba debido a la dureza de corazón de las personas.


2. El marido que repudiaba a su mujer debía darle una carta de divorcio (Dt. 24:1-2). Esta carta servía como prueba de divorcio y permitía que la mujer se volviera a casar. El requisito de la carta de divorcio y la presencia de testigos evidenciaban la seriedad del matrimonio.


3. El hombre que se divorciaba de su mujer no podía casarse nuevamente con ella (Dt. 24:3-4). Si la mujer quedaba libre por muerte o divorcio de su segundo esposo, el primer esposo no podía tomarla de nuevo como esposa. Esto mostraba que el matrimonio no era una relación que se pudiera contraer y disolver fácilmente.


"La enseñanza de los escribas y fariseos (Mt. 19:3,7)"

Los escribas y fariseos distorsionaron la enseñanza de Moisés y afirmaban que él ordenaba el divorcio por cualquier causa. Habían interpretado de manera amplia la frase "alguna cosa indecente o vergonzosa", llegando incluso a permitir el divorcio por razones triviales como un plato mal preparado.

 Esta interpretación injusta conducía a la desprotección de las mujeres y a terribles injusticias.


"La enseñanza de Jesús (Mt. 5:32, 19:4-6,9)"

Jesús corrige la interpretación errónea de los fariseos y presenta la enseñanza original y verdadera sobre el matrimonio y el divorcio. Él remite al plan original de Dios para el hombre y la mujer, enfatizando que el divorcio no es lo que Dios desea, sino una respuesta a la dureza de corazón de las personas.


Jesús permite el divorcio únicamente en caso de adulterio, ya que la infidelidad destruye la unión matrimonial. El cónyuge inocente tiene la posibilidad de contraer un nuevo matrimonio. Jesús abroga el castigo mosaico y legitima el divorcio por causa de adulterio. Sin embargo, deja claro que el divorcio es un mal, incluso cuando es un mal menor.


El adulterio de pensamiento

El adulterio de pensamiento también es abordado por Jesús en Mateo 5:27-28. Jesús enseña que el simple hecho de mirar a una persona con deseo de codiciarla equivale a cometer adulterio en el corazón. Jesús enfatiza que el pecado no se limita a acciones externas, sino que también involucra los pensamientos y deseos del corazón.


Al abordar el tema, conviene también recordar que la fidelidad cuesta y fracasa. La traición representa una amenaza decisiva a la unión estable de los esposos. La deslealtad entre los amigos suele ser mortal. El incumplimiento de la palabra dada mella gravemente la confianza. El abandono de una de las partes comprometidas deja a la otra en el aire, suspendida en su tarea de seguir viviendo. La desidia en la observancia de los votos de los consagrados acaba con la vida religiosa. 

La infidelidad se alimenta de mentira, de miedo, de clandestinidad. La infidelidad acarrea celos, desconfianza, dolor e incluso tragedias. Haya o no responsabilidad moral, la infidelidad fragua en situaciones peligrosas: exceso de trabajo, soledad, exposición a tentaciones fuertes. O por otros motivos: pobreza, cesantía, alcoholismo, locura, competencias entre las partes comprometidas. Vivimos tiempos de cambios profundos en los modos de vida y de relacionarnos, una época de estímulos múltiples y fascinantes, de exigencias tan desmedidas a nuestras fuerzas que si la fidelidad a ultranza parece imposible la infidelidad es al menos muy comprensible


La deslealtad

El adjetivo desleal se utiliza para calificar a aquel que actúa sin lealtad: es decir, sin respetar criterios de honor, nobleza y fidelidad. El concepto también puede aplicarse a la acción que se concreta de esta forma.

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Recordemos… DEFINCION de LEALTAD:

La lealtad es una virtud, un compromiso con lo que creemos, con nuestros ideales y con las personas que nos rodean. La lealtad está íntimamente ligada al carácter de una persona, a su valor y honor.


Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor. La lealtad es la cualidad de aquellas personas que acatan las leyes o cumplen los acuerdos, tácitos o explícitos.


Tal vez la historia más conocida en la Biblia acerca de la lealtad se encuentre en el libro de Ruth. En realidad, todo el libro es la historia de la suegra de Ruth, Noemí. Ella, su esposo y sus dos hijos habían viajado a la tierra de Moab para escapar de una hambruna en Israel. Solo Noemí sobrevivió y con ella fueron las dos viudas moabitas de sus hijos. Cuando ella decidió regresar a Israel, las mujeres se embarcaron con ella en el viaje. 


Ella, sin embargo, los instó a regresar con sus familias biológicas. Una lo hizo. La otra, Ruth, juró que iría a donde ella se fue, para morir y ser enterrado donde fue enterrada Noemí, y adoptar a su Dios. Como resultado de haberle sido fiel a Noemí, Ruth halló un marido nuevo y rico, y se convirtió en la abuela del Rey David y en un ancestro directo de Jesucristo.


En resumen, la enseñanza bíblica sobre el adulterio muestra que el divorcio es una medida tolerada por la dureza del corazón humano, pero solo se permite en caso de adulterio. Jesús reafirma la importancia de la fidelidad matrimonial y señala la gravedad del adulterio de pensamiento. Estas enseñanzas nos llaman a vivir vidas de pureza y fidelidad, reconociendo que el pecado tiene consecuencias destructivas y que solo en Cristo encontramos salvación y redención.