La Navidad: ¿Una Celebración Justificable para los Cristianos Apostólicos?
El podcast titulado "Should Christians Celebrate Christmas?" aborda un tema que ha sido motivo de debate entre los creyentes a lo largo de los siglos: ¿Deberían los cristianos celebrar la Navidad? A lo largo de su discurso, el Dr. David K. Bernard intenta justificar la celebración de la Navidad basándose en Romanos 14 y en la “libertad cristiana”. Sin embargo, este argumento merece una evaluación crítica y una respuesta contundente a la luz de las Escrituras y de los principios que han guiado al cristianismo apostólicos desde la Reforma.
1. Las Raíces Paganas de la Navidad
Es innegable que la Navidad tiene orígenes profundamente enraizados en celebraciones paganas. La fecha del 25 de diciembre fue adoptada para coincidir con la festividad romana del "Dies Natalis Solis Invicti" (el nacimiento del Sol Invicto). Estas festividades estaban marcadas por excesos, idolatría y culto a deidades paganas. Como cristianos apostólicos, hemos sido llamados a separarnos de toda práctica que tenga connotaciones idolátricas o que pueda manchar nuestro testimonio. La Biblia es clara al respecto: “No aprendáis el camino de las naciones… porque las costumbres de los pueblos son vanidad” (Jeremías 10:2-3). Participar en tales celebraciones significa ignorar este mandato y aceptar tradiciones que contravienen los principios bíblicos de pureza espiritual.
Además, las raíces paganas no solo son un dato histórico, sino que persisten en muchos de los símbolos y prácticas asociados con la Navidad, como el árbol, las luces y los regalos. Estos elementos, aunque reinterpretados culturalmente, no tienen sustento bíblico y continúan evocando prácticas ajenas a la fe cristiana.
2. La Falsa Aplicación de Romanos 14
El Dr. Bernard utiliza Romanos 14 para justificar la celebración de la Navidad como una cuestión de conciencia personal. Sin embargo, este pasaje trata de temas secundarios, como alimentos y días especiales para los judíos cristianos. La Navidad no es un tema secundario; implica participar en una práctica que tiene un trasfondo claramente idólatra. Además, 2 Corintios 6:14-17 nos advierte: “¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? … Salid de en medio de ellos, y apartaos”. No podemos justificar la participación en celebraciones de origen pagano apelando a la “libertad cristiana”.
Es importante señalar que la libertad cristiana nunca debe ser una excusa para comprometer principios bíblicos. Pablo claramente establece límites a esta libertad cuando existe el riesgo de asociarse con prácticas que deshonran a Dios o que podrían ser un tropiezo para otros creyentes. Celebrar una festividad con raíces paganas envía un mensaje contradictorio al mundo y a la iglesia misma.
3. El Testimonio y la Pureza de la Iglesia
La Reforma Apostólica enfatizó la pureza doctrinal y la separación de toda práctica que no tuviera fundamento bíblico. Celebrar la Navidad, una tradición impuesta por la Iglesia Católica y cargada de simbolismos no cristianos, compromete el testimonio de la iglesia. Somos llamados a ser “un pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9), distinto del mundo y sus costumbres. Este llamado no es opcional; es una obligación inherente a nuestra fe.
Además, aceptar y promover una festividad con elementos ajenos al evangelio debilita nuestra capacidad de ser luz en un mundo lleno de oscuridad. Cuando la iglesia adopta prácticas mundanas, pierde su distinción y su autoridad moral para proclamar el evangelio con poder y convicción.
4. La Verdad sobre la Adoración a Cristo
El argumento de que la Navidad es una oportunidad para honrar a Cristo también es cuestionable. Si bien es cierto que los cristianos deben celebrar el nacimiento de Jesús, esto no necesita estar ligado a una fecha específica ni a una tradición impuesta. La verdadera adoración a Cristo no está confinada a un día del año, y mucho menos a una fecha contaminada por costumbres paganas. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
En lugar de centrarnos en una fecha, deberíamos esforzarnos por vivir diariamente en adoración a Cristo, reflejando Su amor y Su verdad en todas nuestras acciones. Las Escrituras no nos mandan celebrar el nacimiento de Jesús, sino que nos llaman a recordar Su muerte y resurrección, que son el fundamento de nuestra fe. Cambiar este enfoque distorsiona el propósito central del evangelio.
5. La Responsabilidad de No Ser Tropiezo
El podcast también sugiere que la Navidad puede ser utilizada como una herramienta evangelística. Sin embargo, debemos recordar que nuestras acciones no deben ser causa de tropiezo para otros creyentes (1 Corintios 8:9). Participar en una celebración cuestionable podría confundir a los nuevos creyentes y debilitar su fe. Como líderes y miembros de la iglesia, tenemos la responsabilidad de modelar una vida que sea coherente con los principios bíblicos en todo momento.
Además, el evangelismo no debe depender de fechas específicas ni de estrategias que comprometan nuestra fidelidad a Dios. La iglesia está llamada a proclamar el evangelio en todo tiempo y lugar, sin necesidad de asociarse con prácticas que podrían desviar el mensaje central de la cruz.
6. Otras Prácticas Mundanas que los Cristianos Podrían Justificar
Si aceptamos la lógica presentada por el Dr. Bernard, podríamos justificar la participación en otras prácticas mundanas con raíces cuestionables, siempre y cuando se realicen “para el Señor”. Por ejemplo, ¿debería un cristiano participar en Halloween si lo hace con la intención de “redimir” la fecha para evangelizar? ¿Qué hay de las supersticiones culturales o tradiciones que mezclan elementos de otras religiones, como rituales de buena suerte o celebraciones sincretistas? Aplicar esta lógica abre la puerta a una peligrosa permisividad que podría diluir los principios fundamentales de la fe cristiana.
Al igual que con la Navidad, estas prácticas podrían reinterpretarse culturalmente, pero el trasfondo espiritual y moral sigue siendo cuestionable. Es esencial que los cristianos evalúen cada tradición o práctica bajo la luz de las Escrituras, manteniendo una postura de separación del mundo y fidelidad a Dios.
Conclusión: Un Llamado a la Fidelidad
La Navidad, tal como se celebra hoy, no tiene raíces bíblicas ni sustento en las enseñanzas de Cristo o de los apóstoles. Los cristianos apostólicos han sido llamados a una vida de santidad y separación del mundo, y celebrar una festividad con orígenes paganos contradice este llamado. En lugar de buscar justificar esta práctica, deberíamos esforzarnos por mantenernos fieles a las Escrituras, adorando a Cristo en espíritu y en verdad todos los días de nuestras vidas.
Recordemos las palabras del apóstol Pablo: “Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22). Como creyentes, nuestra prioridad debe ser agradar a Dios, no adaptarnos a las tradiciones del mundo. En este contexto, celebrar la Navidad no solo es innecesario, sino contraproducente para nuestra misión de ser luz y sal en un mundo que necesita desesperadamente el evangelio puro y sin contaminaciones.
Hacemos un llamado a todos los creyentes a reflexionar profundamente sobre estas cuestiones y a evaluar nuestras tradiciones a la luz de las Escrituras. Nuestro compromiso debe estar siempre con la verdad de Dios, rechazando cualquier práctica que no glorifique Su nombre ni edifique Su iglesia.