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UN SEÑOR Y UN DIOS



Texto clave: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Deuteronomio 6:4. Reina-Valera 1960 (RVR1960)



“Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es.” Deuteronomio 6:4. La Biblia de las Américas (LBLA).

Una de las cosas que debe estar en nuestro corazón este mandamiento de Dios, un mandamiento que vino en una tabla de piedra del cielo y que desde generación en generación se ha cumplido y se debe seguir cumpliendo en cada familia que profesa la creencia del Dios único.

No podemos cambiar esta creencia del único Señor y Dios, pues aun los demonios que fueron expulsados del cielo lo saben y confirman, la biblia dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Santiago 2:19.

Aunque haya algunos que se llamen dioses, como el diablo que quiso hacerlo en el cielo y luego en la tierra, y que también muchos de sus demonios quieran llamarse señor o señores en este mundo, para los creyentes que en verdad buscan hacer la voluntad del creador hay un SEÑOR Y UN DIOS, el Padre por medio del cual son todas las cosas, la biblia dice: “Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.” 1 Corintios 8:5-6.

Todo esto nos indica que el creyente debe invocar el nombre de un Señor, debe tener una sola fe y debe practicar un solo bautismo, como lo puede ver solo será UN SEÑOR Y UN DIOS, así como su cuerpo es uno y su espíritu es uno. El creyente debe tener una unidad, la cual será su esperanza y vocación, la biblia dice: “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” Efesios 4:3-6.

Cuando el apóstol Pablo comenzó a perseguir a la iglesia del Señor Jesús, lo hizo porque él sabía que no se podía invocar otro nombre para salvación y tuvo celo, pues solo debe haber UN SEÑOR Y UN DIOS.

Sus ideas fueron personalmente enfrentadas cuando en un encuentro con una gran luz, pregunto: ¿Quién eres Señor? Su pensamiento y disponibilidad cambiaron cuando supo que el Señor era Jesús, la biblia dice:

“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.” Hechos 9:1-16.

Saulo de Tarso estaba esperando la orden de lo que tenía que hacer, pues la sabia que solo ay un Señor, es decir un solo amo y creador, por eso su respuesta fue: ¿Quién eres Señor? El sabía que solo hay un solo Señor y Dios, poniéndose a sus órdenes dijo: ¿Qué quieres que yo haga?

Pero su mayor sorpresa fue cuando Ananías, el varón elegido por el Señor Jesús era el Dios de sus padres, era el que lo había escogido, para que hiciera su voluntad y fuera su testigo ante los hombres, pero antes tenía que lavarse de sus pecados invocando su nombre, leamos: “Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.” Hechos 22:14-16.

Se confirma a toda la humanidad que la promesa hechas a los patriarcas de un solo SEÑOR Y DIOS, se cumplen en Jesús, que según la carne, vino a este mundo, el cual es nuestro Señor y Dios, él dijo: “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” Romanos 9:5.

Seguimos cumpliendo el único mandamiento monoteísta del verdadero Señor y Dios,  Jesús nuestro Rey de gloria y salvador del mundo pecador.

Mi Dios y salvador Jesús te bendiga